Una persona con su rostro pintado participa de la marcha del orgullo gay en Nicaragua el pasado 26 de junio de 2011.(Foto: AP Photo | Esteban Felix)
Una persona con su rostro pintado participa de la marcha del orgullo gay en Nicaragua el pasado 26 de junio de 2011.
Pintarse el rostro es una de las principales formas de protesta que encuentran cientos de manifestantes en todo el mundo para que la razón de su descontento sea inmediatamente captada por los medios de comunicación.
En este sentido, vemos a diario banderas libias hábilmente diseñadas sobre rostros inconformes con Muamar Gadafi, de la misma forma que aprendimos los colores del pabellón yemení gracias a las caras desencantadas de los opositores del presidente Ali Abdullah Saleh que lucen con orgullo la bandera nacional y exigen que el dictador abandone el poder.
Pero pintarse el rostro no solo es sinónimo de protesta, todo lo contrario, en muchos casos es símbolo de celebración, tal y como sucede en las competencias deportivas, donde ya sea la bandera nacional o el emblema de un determinado equipo, se llevan con orgullo a todo lo ancho de la cara.
Asimismo, los colores sobre la cara sirven como señal de conmemoración de fiestas patrias, como el 5 de mayo en México, donde los locales pintan sus rostros de negro para recordar la victoria sobre los franceses en la Batalla de Puebla en 1862.