jueves, 29 de septiembre de 2011

BEATIFICACIÒN DEL ILUSTRE OBISPO JUAN DE PALFOX

Enlace Programado por Gabriel Alberto Restrepo Sotelo es LINTERNA ROJA EN GOOGLE .-.
PERIODISTA LINTERNA ROJA

Comentario del Director:

Interesante estar enterado de lo que pasa a nivel de la Iglesia en otras latitudes, máxime cuando al parecer se trata de Linajes de ilustres Hermanos como los del Gran Hermano Gregorio Palafox Palafox.

Nos sentimos orgullosos de ver como el Ilustre Personaje en vida: El   
Ilustre:
Obispo Juan de Palafox, alcanzo la Beatificaciòn el 5 de Junio del Presente año E.-.V.-.

El Obispo Juan de Palafox y las Escuelas de Cristo

EL 5 DE JUNIO SERÁ BEATIFICADO EL OBISPO PALAFOX,

EN BURGO DE OSMA

Juan de Palafox_1La diócesis de Osma-Soria tiene los dos Venerables más célebres de toda la cristiandad: El obispo Juan de Palafox y Sor María de Jesús de Ágreda. La Causa de Palafox  ha llegado, por fin,  a la meta de la Beatificación que será el 5 de junio de 2011. ¿Veremos pronto, también, el final feliz de la causa de la Madre Agreda?
Noticia del Venerable  Palafox
“Palafox es uno de esos personajes singulares de la historia que reúnen  en su trayectoria vital la gloria de los más altos puestos y la humillación de la caída en desgracia, aceptada en este caso con auténtico espíritu cristiano, incluso de forma heroica”.[1]

Nacido en Fitero (Navarra) el 24 de junio de 1600, Juan de Palafox y Mendoza era hijo natural de D. Juaime de Palafox. Fue criado por una familia humilde de Fitero hasta la edad de nueve años, en que su padre, que algo después heredaría el título de Marqués de Ariza, lo reconoció como hijo legítimo. Curso estudios en Tarazona y, luego, en las Universidades de Huesca, Salamanca y Sigüenza, obteniendo el título de Doctor en Cánones y entrando a servir en los altos organismos de la administración del Reino. Tocado por la gracia de Dios, se convirtió de una vida juvenil disipada y recibió la ordenación sacerdotal en 1629. Consagrado obispo el 27 de diciembre de 1639, tomó posesión de la diócesis de Puebla de los Ángeles, en el Virreinato de Nueva España (México), el 22 de julio de 1640, ejerciendo los cargos de Visitador, Virrey, Capitán General y Arzobispo electo de México.


El fiel cumplimiento de las tareas políticas encomendadas no impidió que desplegara una inmensa actividad pastoral como obispo de Puebla de los Ángeles, ganándose la admiración y el amor de los sacerdotes y fieles de la diócesis por su santidad de vida y su amor a los pobres. Cumpliendo la orden del rey Felipe IV, regresó a España en 1649 y el 4 de marzo de 1654 tomó posesión del obispado de Osma (Soria). Murió en el Burgo de Osma el 1 de octubre de 1659 con fama de santidad. El Cabildo le dio sepultura de limosna, “por constar la pobreza con que ha muerto”, en la Catedral de El Burgo de Osma.[2]

El caso del Obispo Palafox me interesó desde que tuve noticia de él. Fue a raíz de la Semana de Estudios, celebrada en el Burgo de Osma del 2 al 7 de agosto de 1976. Aquellas jornadas se proponían un objetivo inmediato: crear las premisas necesarias que pudieran hacer asequible el objetivo último: su beatificación y canonización. Ya unos años antes, en el año 1959, se había despertado un gran interés por la causa de Palafox, con ocasión del III centenario de su muerte.

Pasados unos años apareció el 1 de febrero de 1987,  en Soria “Hogar y Pueblo”, un artículo de Juan I. Sáez-Díez de la Gándara que anunciaba la aparición de la definitiva biografía de Palafox, escrita por sor Cristina de la Cruz de Arteaga y Falguera “Una Mitra entre dos mundos: la de Don Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla de los Angeles y de Osma”. El libro debía ser pedido directamente al Monasterio de Santa Paula de Sevilla, donde vivía esta ilustre religiosa restauradora de la orden Jerónima femenina,  descendiente de la familia de Palafox y hoy día, también en proceso de Beatificación. La lectura de esta biografía me descubrió al hombre, al obispo, al virrey  y al santo. Después he conocido los importantes trabajos de Gregorio Bartolomé; la exposición “El Virrey Palafox”, (Catedral de Burgo de Osma, 2000). Todo ello me llevó a seguir apasionadamente el curso de la causa del Venerable Palafox, soñando con ver el día de su Beatificación.

Ahora ya no importa la extraordinaria gestión política del Virrey.  Tampoco importa el choque del prelado con la Compañía de Jesús, que ha ocupado un lugar tan definitorio  de la gesta palafoxiana, y que ha sido motivo fundamental de la politización de su Causa en el siglo XVIII, cuando la Congregación Romana sometió a examen el proceso de su vida y santidad. El prudente historiador carmelitano fray Silverio de Santa Teresa, escribe: “ Es sabido que el docto y piadoso Obispo oxomense (Palafox) tuvo algunos pleitos con ciertos Padres de la Compañía en Méjico, y por eso los enemigos de ésta pusieron mucho empeño en sacar a flote la causa del Venerable Prelado, y lo que hicieron, fue hundirla para siempre. Otros la defendieron con buena fe, fiados en las grandes virtudes del siervo de Dios, y sin animosidad alguna contra la Compañía”. En una cosa se equivoca, gracias a Dios, el historiador del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, cuando dice que lo que lograron fue “hundirla para siempre”.

 “Dios da al mundo en cada uno de los siglos un sujeto tan cumplido en méritos y talentos como en virtud, que parece hace en él ostentación de su poder y sabiduría, y fue el de su siglo don Juan de Palafox”, declara en la Causa fray Pedro de Simón, provincial de los Carmelitas Descalzos de la Nueva España.

Nos importa el santo obispo, que escribe a los sacerdotes: “No seamos, señores – porque sería nuestra perdición - sacerdotes sin oración, curas sin predicación, doctores sin lección... Pregonero y mudo ¿cómo es posible? Prelado negligente, cuando ha de ser todo cien ojos y cien manos..., ¿cómo es posible? Doctor sin estudio, ¿cómo enseñará? Ciego y sin vista, ¿cómo verá y remediará las culpas propias y ajenas? Guía con mal ejemplo..., ¿Cómo podrá conducir y guiar a los demás?... Sean los sacerdotes más madres que padres de sus feligresesy en ningún caso señores”. [3]
Palafox pretendió, siempre, “ayudar a las almas de su cargo con la voz, con la pluma y con el ejemplo”.  El que fue Virrey de México y Obispo de la diócesis más importante de Nueva España, llegó a Osma con escasos medios, y nunca quiso  recibir sino lo que era necesario a su dignidad de Obispo. El ideal de su vida fue vivir pobre, gozándose en la pobreza y en los pobres de quienes, decía, “era su administrador”. Ya en América se destacó por su amor a los pobres, indios, negros y mulatos. Además de otros muchos títulos le correspondería el de Apóstol de los indios americanos, entre los que vivió, aprendió su lengua y escribió un catecismo para ellos.  En Osma, “reclama la presencia ininterrumpida de los pobres en su mesa, pues siempre tenía un pobre comiendo enfrente de él; en el comedor de los pobres, a quienes servía proveyendo de la olla las escudillas de cada uno; dando de cenar a doce pobres y lavándoles los pies, los miércoles y sábados por la noche; en los últimos momentos de su vida, junto al lecho del dolor, como si fueran parte consustancial de su ser”, escribe el P. Argaiz.

Sus Visitas Pastorales dejaron honda huella en los pueblos y ciudades. En la diócesis de Osma vivió en plenitud la última etapa de su vida y en ella murió. Su proceso lo inicia el obispo don Pedro de Godoy, a los quince años de la muerte de Palafox: “No ocultándosele a nuestro Prelado – escribe Loperráez- la fama de santidad con que había vivido y muerto su predecesor ... viendo que se propagaba notablemente, no sólo en el Obispado, sino fuera de él, y aun en las Indias, resolvió, a influjo de los Carmelitas Descalzos, el empezar las informaciones o procesos por autoridad ordinaria, que igualmente se promovió en el Obispado de Puebla de los Angeles en la Nueva España”.

Enhorabuena a las diócesis de Osma-Soria y Puebla de los Ángeles hermanadas por el padre común. La Beatificación ha de llevarnos a conocer e imitar su vida, a publicar y leer sus escritos, a propagar su devoción para que sea posible, pronto, la Canonización.

El Obispo Palafox y la  Escuela de Cristo

La primera tentativa de establecer la Santa Escuela de Cristo en Madrid, en 1646, había fracasado. Unos años después, el 26 de febrero de 1653,  comenzó de forma oficial y regular sus ejercicios vespertinos de los jueves, a instancias del administrador del Hospital de los Italianos de Madrid, D. Juan Bautista Ferruzza, sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri y luego obispo de Trivento en Nápoles, considerado como el fundador de la institución. El 10 de abril de 1665, mediante el breve Ad Pastoralis dignitatis fastigium, sería solemnemente aprobada y confirmadas sus constituciones. Por el papa Alejandro VII.

En sus mismos comienzos, la Escuela de Cristo encontró en el don Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), obispo de Puebla de los Angeles, electo de Osma, a un “cofundador”, ya que tuvo la responsabilidad de redactar las Constituciones debido a su dignidad y al hecho de ser Obediencia de la Escuela de Madrid, cuando empezó su andadura definitiva en 1653.[4] A él se deben muchas de las características típicas de la Escuela que la diferencia de los Oratorios filipenses en que tuvo su primitivo origen e inspiración.

“Por haber sido servido comunicar el espíritu de estas Escuelas de discípulos suyos, por el Glorioso Patriarca San Felipe Neri, le tendrá y reverenciará la nuestra – escribe Palafox[5] - como a Padre, atendiendo al dechado y lustre de sus esclarecidas virtudes, para procurar imitarlas en lo que conforme su estado tocare a cada uno” (cap. 1)

La Escuela de Cristo es una  institución entrañablemente unida al Venerable Palafox,  que ha sido siempre considerado como “cofundador” de la Escuela “madre” de Madrid, siendo luego el fundador de las de Soria, Aranda y Roa de Duero, en su diócesis de Osma.

Admite cada Escuela hasta 72 miembros, 24 clérigos y 48 seglares, sin distinción de su estado civil. Se manda que sean miembros “devotos, piadosos, caritativos, modestos, templados, sufridos y ejemplares” y que vivan en “amor, igualdad y caridad fraterna”. Se someten a la obligación de unos actos de piedad particulares y otros comunitarios, que en Madrid los celebraban en su oratorio de la parroquia de Santa María  de la Almudena. Tienen a gala la humildad, la caridad y la penitencia.

La Escuela se difundió por España hasta llegar a sumar 400 escuelas. Fuera de España se han fundado en Guatemala, México y Roma. Dado su espíritu de sencillez y recogimiento, no hace propaganda de sí misma, razón por la cual es ignorada de las gentes.

Los primeros datos sobre  la “santa y Venerable Escuela de Cristo” me los dio un miembro de la misma, el 10 de noviembre de 1988,   desde su sede de  la parroquia de Santa María de la Almudena de Madrid (cripta de la Catedral), en respuesta a una carta enviada por mí interesándome si todavía existía. Con total discreción nadie firmaba la carta en la que me adjuntaban una estampa de san Felipe Neri y otra con “preces para pedir la glorificación del Venerable Siervo de Dios Juan de Palafox y Mendoza y la perseverancia en la Santa Escuela de Cristo”, donde se refiere a Palafox como “coofundador de la Santa Escuela de Cristo ‘madre’ y Primaria de este Instituto y celoso defensor y propagador del mismo”. También me adjuntaban un artículo periodístico (Ya, 30 de septiembre de 1959, Tricentenario del Venerable Palafox) que firmaba Francisco Sánchez Castañer, catedrático de la Universidad de Valencia. [6]

Entre sus miembros ha habido grandes santos, tales como san Antonio Maria Claret, san Andrés Huberto Fournet y los beatos Diego José de Cádiz, Nicolás Mª Alberca, Juan Alcober, Marcelo Spínola y Manuel González; hombres de letras, como don Nicolás Antonio Sánchez, o nobles, como el marqués de Aytona, duque de Abrantes, etc. En nuestro tiempo el obispo García Lahiguera, ligado a Palafox por muchas circunstancias, entre ellas la de haber nacido ambos en Fitero.

No sé en que situación se encuentra la Escuela de Cristo en la actualidad, pero la Beatificación de Juan de Palafox, “cofundador” de la Escuela “madre” de Madrid y promotor de la misma en la diócesis de Osma, puede ser el momento de revitalizar esta institución que unió en comunidad de fe y caridad a clérigos y laicos, conscientes de que la santidad es llamada y don de Dios para todos.

Inocente García de Andrés
Párroco de Santa María la Blanca y Arcipreste de Alcorcón


[1] LABARGA GARCÍA, Fermín. Don Juan de Palafox y la Santa Escuela de Cristo. En Varia Palafoxiana, obra coordinada por Ricardo Fernández Gracia, publicada por el Gobierno de Navarra, 2010. Pág. 193-229.
[2] Esta breve reseña de su vida está tomada de la estampa publicada con ocasión de su próxima Beatificación.
[3] PALAFOX Y MENDOZA, Obispo Juan de. La trompeta de Ezequiel, 7.
[4] El Obispo de Puebla de los Ángeles había sido llamado a Madrid, donde vivió desde 1649 en que volvió a España, tomar posesión de la Iglesia de Osma,  el 7 de marzo de 1654.
[5] Constituciones de la Escuela de Christo nuestro Señor, que se tiene en el Hospital de los Italianos.  Aprobadas por el Eminentísimo Señor Cardenal Arzobispo de Toledo. Con unos apuntamientos sobre su práctica, con la aprobación y explicación del Ilustrísimo Señor Obispo de Puebla de los Angeles, electo de Osma. En Madrid, año 1653.
[6] Uno de los ponentes en la Semana de Estudios sobre Palafox en Burgo de Osma, 2-7 de agosto de 1976, en la que yo tuve las primeras noticias del Venerable y de la Causa de su Canonización.

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